viernes, 15 de julio de 2011

ALGO DE HISTORIA JUDO JIU-JITSU



LA INFLUENCIA CHINA

El Jiu-Jitsu sufrió desde el principio una fuerte influencia china. Los chinos, que gozan —no sabemos porqué— de la reputación de ser gentes pacficas, idearon una lucha basada en la percusión de los puntos sensibles, que les reveló otra ciencia china: la acupuntura. Golpeando con un golpe seco del canto de la mano o de la punta de los dedos ciertas partes del cuerpo netamente definidas, el luchador puede provocar el desvanecimiento o incluso la muerte. De esta influencia china se deriva en línea directa la noción de «atemi», golpe que es una de las armas secretas del Jiu-Jitsu. De esta misma ciencia se deriva el Konat-Sou, la medicina de los «cinturones negros», que les permite, golpeando o apretando ciertos puntos del cuerpo, volver a la vida a adversarios desmayados o estrangulados.


JUDO JIU-JITSU


EL TCHUEN-SOU

El boxeo chino: Tchuen-Sou o técnica del puño (comparable al Jiu-Jitsu: técnica de la elasticidad) proporciona interesantes indicaciones sobre la manera como se consideran los deportes de combate en Oriente.

Esta técnica se divide en dos escuelas principa les: la escuela exterior: Wei-Kong, que enseña el ataque y el desarrollo de la fuerza y la escuela interior: Nuei-Kong, que explica la esquiva y la defensa en elasticidad y de donde probablemente deriva el Jiu-Jitsu.

El Tchuen-Sou, está muy extendido por el continente chino. De tal forma que en las plazas y jardines de China, por las mañanas, se puede ver numerosos adeptos de este boxeo chino practicar su deporte favorito, con las manos desnudas y palmas abiertas para no hacerse daño. Los adversarios se ponen en guardia con las dos manos aproximadas y describiendo unos movimientos circulares; todos sus movimientos afectan un ritmo como de danza.

El Tchuen-Sou es la primera de las técnicas de defensas enseñadas en la China. Después viene la «self defensa», llamada Tsen-Sso-To-Zen-Sou que significa: técnica de la mano desnuda antiarmas. En ella se aprenden diez y ocho presas principales. Por último viene la técnica propiamente taoista de «combate interior» que nos lleva a las más profundas concepciones del Jiu-Jitsu.


LOS DIFERENTES Jiu-Jitsu


Sea como sea, el Jiu-Jitsu y su hijo el Judo, debe sobre todo su desarrollo a sí mismo. En efecto, en dos mil años se crearon en el Japón numerosas escuelas de Jiu-Jitsu. (Se contaban cuarenta mil en la época de Kano, el fundador del Judo).

Estas escuelas, muy cerradas y reservadas a unos pocos privilegiados, eran dirigidas por maestros que guardaban celosamente sus secretos, los cuales a menudo morían con ellos, si no habían encontrado persona digna de transmitírselos.

Todavía hoy día y a pesar de la unificación realizada por Jigoro Kano, la escuela de Osaka está reputada para el combate en el suelo, mientras que el Kodokwan, la escuela-madre del Judo en Tokio, forma más bien expertos del combate de pie.

Sin embargo, aunque limitados en sus progresos por su propia especialidad (los especialistas de «armlocks» ignoraban a menudo los lanzamientos de pie o los estrangulamientos) los practicantes del Jiu-Jitsu respiran no obstante todos una misma atmósfera: la del Jitsu. Había y hay todavía en el Japón numerosos Jitsus además del Jiu-Jitsu.

Así, se practica el Kendo: arte de manejar el sable, Nit-Jitsu: arte de los desplazamientos silenciosos, el Aiki-do que es un Jiu-Jitsu superior. Hay igualmente, el Kyu-Jitsu o Kyudo, cuya enseñanza se parece tanto a la del Judo, que le dedicaremos unos renglones.

EL KYUDO

El Kyudo es al tiro al arco lo que et Judo es a la lucha ordinaria.

Exteriormente, et problema del Kyudo no es fácil de resolver: se trata de plantar una f lecha en un blanco de un metro de diámetro aproximadamente, situado a sesenta metros del tirador. Pero, cuando se aborda la materia misma del Kyudo es cuando aparece toda la dificultad. Et arco es tan grande (dos metros) y tan duro de tender, que es preciso emplear toda la fuerza de tos brazos. Por tanto, si se emplea la fuerza de sus brazos, et disparo provoca un retroceso tal que puede estarse seguro de no dar jamás en et blanco. Es pues necesario Ilegar a tender el arco con flexibilidad, sin esfuerzo, a mantenerlo tendido, et tiempo de apuntar, y después dejar partir la flecha simplemente relajando la presión de los dedos para que el arco entero conserve la dirección deseada. Todo esto no es posible más que si la fuerza empleada proviene del Hara, centro de la fuerza y del equilibrio.

El entrenamiento es el mismo para las dos artes. Se trata de desarrollar su equilibrio y de poder transmitir una fuerza muy grande a una parte de su cuerpo sin que et conjunto se desequilibre. Los resultados son casi milagrosos. Un europeo, Eugen Herrigel, que tomó lecciones de Kyudo en el Japón, afirma haber visto por sus propios ojos a su maestro clavar, caída la noche y a la sola luz de una vela, la flecha en el centro exacto del blanco situado a sesenta metros. Después, armó su arco una segunda vez y, con los ojos cerrados, lanzó su segunda flecha.—Me es imposible describir mi sentimiento, casi de terror, dice este europeo, cuando, acercándome al blanco, ví que la segunda flecha había penetrado exactamente en la madera de la primera, hendiéndola en su centro.

Los practicantes del Judo pueden comprender bien este sentimiento que es el mismo que ellos experimentan cada vez que ven a su maestro salirse de un paso que parecía desesperado y que comprenden que es él mismo quien había provocado la dificultad con objeto de aprovecharla mejor.


JIGORO KANO, FUNDADOR DEL JUDO


Hasta principios de siglo, el Jiu-Jitsu vivió en un aislamiento que los japoneses no tenían el menor deseo de romper. Pero esto no podía seguir siempre así. El Japón, si bien salvaguardando sus admirables tradiciones milenarias, se occidentalizó en pocos años, a pasos gigantescos. Era preciso que el Jiu-Jitsu hallara el medio de adaptarse a las nuevas condiciones de pensamiento y de vida, so pena de desaparecer. Lo hizo de la manera más genial y más prometedora para el futuro: perfeccionándose.

Y esto fué así, en gran parte gracias a un joven estudiante nipón: Jigoro kano.

Kario había nacido en el año 1860 en Mikatsé, localidad de la provincia de Hyogo en el centro del Japón. De una familia de funcionarios, cursó sus estudios de ciencias políticas en la Universidad de Tokio, pues quería ser diplomático, pero cambió de idea para consagrarse a la enseñanza. Entretanto, tuvo que cambiar varias veces de domicilio y por consiguiente de escuela de Jiu-Jitsu. Impresionado por las diferencias que comprobó entre los métodos, estudió a fondo diversos sistemas para ver si sería posible sintetizarlos en una forma a la vez más deportiva, más completa y más accesible.

Después de varios años de esfuerzos incesantes, lo consiguió; había nacido el Judo, es decir, el hijo deportivo del Jiu-Jitsu.

El Judo nació pues de una idea, sencilla como todas las grandes ideas, de kano-Shi-Han: tomar de cada dominio del Jiu-Jitsu lo que tiene de más eficaz. Pero su aportación verdaderamente genial fué la de establecer de una vez por todas, una distinción fundamental entre Judo y Jiu-Jitsu.


JUDO Y JIU-JITSU

El Jiu-Jitsu es un arte de combate, pues si se quisiera realmente practicar sin restricciones el Jiu-Jitsu, ningún combate duraría largo tiempo. Se terminaría casi siempre con una herida o un desvanecimiento como consecuencia de los golpes que el luchador está autorizado a lanzar, a las presas de dedos, de cara o de nuca autorizadas o a las llaves destinadas a desencajar los mienibros.

Mientras que el combate de Judo, gracias a sus reglas que prohiben ciertos golpes (así como las presas a las manos, a los pies o al rostro), puede desarrollarse incluso con encarnizamiento sin trucos, las demostraciones de Jiu.jitsu como las de otras luchas en las que todo está permitido, son forzosamente «amañadas» (lo que vulgarmente se dice «tongo»). Cómo imaginar, en efecto, que seres dotados de una fuerza física imponente puedan someter a presas durante minutos enteros a un adversario que ruge de dolor, mientras que cualquiera, a la tercera lección de Judo sabe que una llave de brazo bien efectuada rompe el codo o el hombro más sólido en unas décimas de segundo.

La gran idea, la idea genial del Jigoro-kano es pues haber hecho de un arte de combate mortal, un deporte de desarrollo armonioso del hombre y accesible a todos; en suma, de haber convertido el Jiu-Jitsu en un verdadero y bello deporte que es el Judo.


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